Desde hace algunos años, la energía se está convirtiendo en uno de los ejes centrales del debate de empresarios y políticos, estando también presente en los temas de conversación de la sociedad a nivel general.
Esto no sucedía antes, cuando todo el mundo compraba sus electrodomésticos, aparatos electrónicos y cualquier instrumento que necesitara electricidad, simplemente basándose en sus prestaciones y estética, y no fijándose en su desempeño energético. Algo similar sucedía con respecto a las compras de pisos donde no influía la calificación energética al no existir una legislación precisa al respecto.
Desde entonces, se han producido muchos cambios legales que están ayudando a la evolución del sector energético. Muchos de estos cambios se han producido directamente desde directivas de la Unión Europea, pero muchos otros han sido motivados por el interés que la política y sociedad está despertando hacia este sector.
El mercado energético se encuentra en una situación en la que los intereses geopolíticos marcan el camino y dificultan la rebaja de precios que acaba pagando el consumidor final. Además, esto supone una barrera de entrada para las energías renovables y su desarrollo en la sociedad.
Si bien, tras los últimos hechos acontecidos como la reciente crisis y la diversificación en la producción de energía, el sector energético se enfrenta a una serie de retos y desafíos que se deben superar:
La inversión es otro de los retos que presenta este sector, ya que, en la mayoría de los casos, no se obtiene una rentabilidad a corto plazo, sino que son operaciones a medio-largo plazo generalmente.
También es necesaria una modernización del sector, apoyada principalmente por el ámbito político, que debe realizar propuestas y medidas arriesgadas que atiendan las demandas de calidad de la población.
Como se puede observar, el sector energético es uno de los sectores más complejos y se encuentra en plena transformación y desarrollo, jugando un papel fundamental en la economía, política y sociedad de cualquier país.